La difusión de estos textos hizo
que retomara los vínculos con antiguos amigos en la ciudad de Mar del Plata,
donde nací y viví hasta los cincuenta años. A través de ellos me reencontré con
comentarios cotidianos, propios de la ciudad. “Te dejo. Voy a caminar por la costa…”. Esta simple
frase es común en la zona y anuncia una
visita al sucedáneo de lo absoluto que representa el océano . Esto me
recordó la extrema unión de la urbe con la costa y el mar: En Mar del Plata, la
muralla virtual o real que pretende protegerla como parte del concepto de ciudad,
se interrumpe al llegar al mar. Es posible acceder sin restricciones a las extensas playas desde cualquier punto del camino costero. La excepción se
produjo durante la dictadura militar de 1976 a 1983. En los primeros años, la
muralla se trasladó a la costa, donde los militares cerraron los caminos a muchas
de las playas. La medida se relacionaba con los llamados “vuelos de la muerte”:
a los detenidos se los transportaba en aviones, se los sedaba y se los arrojaba al mar. Los cadáveres debían
aparecer en las playas y por eso se las tapiaba y cerraba al público.
En mi adolescencia y mi juventud solía
caminar solo por la costa. Cantidad de
ansiedades y rabias, producto de mi familia disfuncional, se desgranaron y perdieron
en las arenas y las espumas de esa época.
Al recorrer otros países, observé que,
particularmente en América Latina, existe el sucedáneo de la costa pero no con
tanta disponibilidad como en Mar del Plata.
Cuando viví en la Mérida venezolana, íbamos con quien sería mi esposa a
algunos ríos aledaños, pero esto no formaba parte de los hábitos del ciudadano,
sumido y concentrado en sus obligaciones, en la vida impuesta con un mayor o
menor grado de enajenación. La experiencia más similar a Mar del Plata fue en el Vilcabamba
ecuatoriano: un pequeño pueblo que se distingue por la extrema longevidad de los
habitantes. Al río se llega caminando y se lo recorre sin obstáculos; hay zonas
completamente agrestes en las que se
puede leer los restos de la naturaleza: rocas talladas en las montañas o el
sendero que de pronto se transforma en el lecho seco y antiquísimo de un
arroyo.
En Estados Unidos, donde resido, predominan las murallas. Muchos sitios naturales
son propiedades privadas, y el acceso está prohibido. Zonas como el Cañón del Colorado están
absolutamente comercializadas. Se procura quitar cualquier elemento caótico de
los sitios naturales y convertir a los
mismos en “inofensivos”; se trasladan a
la naturaleza las murallas que cercan a las casas y a las ciudades. En los años
sesenta Alan Watts explicaba en sus obras que fenómenos como Disneyland, crean
una imitación casi perfecta de la naturaleza, con lo que se pretende
reemplazarla por una versión “emocionante pero segura.”
Volviendo a Mar del Plata, en el
sector norte de la costa suele haber
serpientes venenosas traídas por las potentes mareas, lo que exige desplazarse
con precauciones. . Quien elige estos
rasgos agrestes y salvajes, ejerce una suerte de resistencia contra la cultura
de la frivolidad que muestra el escaparate de la ciudad. Ese aparentemente
inofensivo “caminar por la costa…” puede permitir vislumbrar un espacio libre
en el que de pronto se derrumban alambrados y murallas.
Por razones de espacio, en este
artículo mencionaré sólo algunos de los numerosos
ejemplos de la formación de la Clericracia y dogmocracia: individuales y
colectivos; actuales e históricos.
Me aproximaré someramente a Donald Trump. Aquí puedo dedicarle un espacio
acotado, pero señalo que su su accionar político es sumamente complejo. A
pesar de su figura farsesca y del burdo histrionismo de sus expresiones y
gestos, sigue sin saberlo una línea de poder similar a los tiranos de la
antigüedad: los reyes medo persas, Herodes,
Rómulo y Atila.
En segundo lugar me remitiré a la destrucción del primer Templo de
Israel, en el siglo VI a.e.c., al exilio babilónico, el regreso de los judíos a su
tierra y la formación de la llamada “Tradición sacerdotal” que no es otra cosa
que la conversión de la Biblia en un instrumento de Clericracia. Con dicha
interpretación y hasta hoy
sirve para dominar pueblos enteros.
En tercer lugar, y también en forma muy somera, haré referencia a la
formación del cristianismo su desarrollo y su constitución en religión de
estado en el siglo IV de nuestra era bajo Constantino.
1) Donald Trump y el “complejo
de dios”
Hace ya tiempo, desde antes de la
elección de 2016 y su ascenso al poder, recolecto documentos, libros y
semblanzas de Trump. Como aclaro más arriba, la formación de estructuras clericráticas y dogmocráticas en el ex presidente, tiene que ver con los grandes imperios de la antigüedad. Esto no
significa que Trump sea un experto en historia y arqueología y mucho menos un elegido o un ser especial. En otro artículo
me referiré a sus asesores y en particular a Steve Bannon, quien desde una
postura extrema se encarga de montar la arquitectura del poder en torno a su
líder.
Alguien ha definido los libros sobre esta figura como la creación de un
género propio Algunos volúmenes son
interesantes como “Fuego y Furia”, de Michael Wolff o la serie de Bob Woodward.
El problema es que han sido escritos al calor de la lucha política y se
refieren a aspectos coyunturales de la persona o el accionar de Trump. Sería
necesario una exégesis a fondo que contemple la concepción del mundo subyacente
a sus decisiones y describa el proyecto de poder. Nótese que el resurgimiento
de los movimientos de derecha desde 2016, año en que el propio Trump llegó al
gobierno, tienen como toque de diana el libro de María Elvira Roca Barea
“Imperiofobia y leyenda negra”. El mismo, como mito de poder, es un catálogo de
tergiversaciones y falsedades, pero expresadas y enmarcadas en una aparente solvencia
académica. La cosmovisión de la autora justifica y considera deseables lo que
han pasado a ser formas abusivas de poder, desde la dominación española en
América, los tribunales de la Inquisición o el segregacionismo en Estados
Unidos. En otros términos, es una apología y una justificación de toda forma de
Clericracia y dogmocracia Como preámbulo a una ofensiva agresiva de la extrema derecha,
esta postura trató antes que nada de reescribir la historia creando un universo
en donde los imperios, las guerras de dominación, la persecución a extranjeros
y herejes tuviera un pleno sentido. En el abanico de cosmovisiones que forma
nuestra cultura, falta una base de elementos que sirvan para generar
cosmovisiones chamánicas. Estas serían las opuestas de esa posición, no las
posturas de izquierda, muchas de las cuales también desembocan en formas de
Clericracia, ávidas de poder.
Regresando al tema, el libro de Mary Trump, “Siempre demasiado y nunca
suficiente”, también participa de la crítica que acabo de realizar a la mayor
parte de la literatura sobre Donald Trump: análisis coyuntural y rápido de un
tema que requiere una comprensión profunda. La ventaja de este volumen es que
ha sido escrito por alguien que participó por su carácter de miembro de la
intimidad familiar del magnate. Por supuesto, sin utilizar términos o conceptos
como explosión, Clericracia y dogmocracia,
la autora describe los estallidos y puntos de impacto que acompañaron la
infancia de su tío y que podrían explicar los principales rasgos de su
personalidad.
La madre del Trump, Mary McLeod,
fue una inmigrante escocesa nacida en la villa de Tong, una zona pobre desde la
primera guerra mundial, oportunidad en que se debilitó la economía al
reclutarse gran cantidad de la población masculina. Hay dos puntos de impacto
claros: en principio su viaje a Estados Unidos. Un hecho migratorio, es siempre
una explosión brutal. El tener que adaptarse a un nuevo país, el desarraigo, la
incertidumbre, la discriminación. Los movimientos migratorios hoy son la
explosión básica que afecta a millones de personas; que multiplica los
estallidos en forma de explosiones individuales. Es interesante que la mayor
parte de la política de Trump se dirija a combatir los inmigrantes, cuando su
madre fue una de ellas. El segundo punto de impacto fue su matrimonio con Fred Trump. Dice la autora:
No importaba el éxito
de la pareja, tanto Fred como Mary mantenían cierta tensión entre sus
aspiraciones y sus instintos. En el caso de Mary, era probablemente el
resultado de una niñez marcada por la escasez, si no por la total privación, y
en el de Fred, una cautela derivada de la pérdida masiva de vidas, incluyendo
la de su padre, durante la gripe española y la Primera Guerra Mundial, así como
la incertidumbre económica que su familia había experimentado tras la muerte de
su padre. A pesar de los millones de dólares que recibía de Trump Management
cada año, Fred no podía resistirse a recoger clavos sin usar o a aplicar
ingeniería inversa para obtener un pesticida más barato. A pesar de la
facilidad con la que Mary aceptó su nuevo estatus y las ventajas que lo
acompañaban, incluyendo la asistencia doméstica, pasaba la mayor parte del
tiempo en casa, cosiendo, cocinando y lavando la ropa. Era como si ninguno de
los dos pudiera encontrar la manera de reconciliar lo que podían tener y lo que
realmente se permitían.
Trump,
Mary L.. Siempre demasiado y nunca suficiente (Indicios no ficción) (p. 50).
Edición de Kindle.
En cuanto a Fred Trump, es decir el padre de Donald, la autora ubica el
punto de impacto de la explosión también en las secuelas de la primera guerra,
y la muerte de su padre y otros familiares por la gripe española. En el caso de
Donald y de su hermano Freddy, padre de la autora, Mary Trump ubica el impacto
de la explosión en la hospitalización de la madre de ambos cuando Donald
contaba dos años. La mujer por una complicación de su embarazo debió sufrir una
histerectomía y estuvo a punto de morir, lo que hizo que estuviera ausente de
la atención de los niños durante muchos meses. Esa ausencia, que no podía ser
compensada con la presencia carente de contenido afectivo del padre, habría sido el inicio de una
amenaza de aniquilación, de desaparición de la personalidad. En el caso de
Freddy, culminaría con el paso de los años en una contradictoria sumisión a los
dictados paternos, a trabajar en el imperio inmobiliario que estaban formando y
por el otro a buscar fallidamente un camino propio desempeñándose como piloto
de aviación. En el curso de ambos proyectos se desarrolló su alcoholismo, lo
que llevó a convertirlo en la oveja negra de la familia. Donald, desarrolló por
su parte un proceso que la autora se niega a definir en términos de
diagnóstico, a pesar de ser ella psicóloga clínica. Aclara que podría tratarse
de un trastorno narcisista y de varias patologías más, sólo que se requeriría
para la descripción y definición a través de entrevistas y pruebas que serían
imposibles de realizar.
Es importante señalar en el caso de Trump que la amenaza de
desaparición que provoca la explosión particular, ya se trate de un pueblo o de
un individuo, no es un momento preciso y pasajero. Se trata de un estado que
permanece durante un tiempo subjetivamente prolongado. Sentir en el cuerpo la inminencia
de la aniquilación; de la extinción como parte de una certeza cotidiana. En
el análisis del ex presidente, la infancia y la adolescencia tienen que haber
moldeado sus frenias, en su caso Clerifrenia y especialmente dogmofrenia. Esta
última es muy importante en el desarrollo de la personalidad trumpiana.
Aparentemente el credo oficial del que hace gala es la religión
cristiana, el protestantismo. Hay un discurso del 2016 durante su campaña que
está dirigido a las numerosas iglesias evangélicas en Estados Unidos. En el
mismo promete brindar a los religiosos un poder sin límites. Del mismo modo, en
el curso de su gobierno las referencias confesionales han
llevado a sectores como los latinos creyentes a votarlo, aún en contra de las
políticas implementadas en contra de este sector étnico. En realidad la
dogmocracia que mantiene su Clericracia no incluye un contenido teológico
convencional. Se basa en lo que Ernest Jones llamó “El complejo de dios”. Él
mismo se convierte en objeto de culto de una religión laica. Sus mitos de
poder, basados en la afirmación insistente de lo que fuera demostrado como un
claro error, (El supuesto fraude electoral o la insistencia en la culpabilidad
de los acusados que fueron llamados “los cinco de Central Park” y en la que
insiste aún cuando se ha demostrado la inocencia de los reos) requieren una
dimensión de fe ciega hacia su figura; él la llama “lealtad”
Hay un punto que la autora no aclara y es que en los hogares de Estados
Unidos, especialmente los pertenecientes a las clases medias altas, el afán de
lucro, los problemas personales no resueltos, generan personalidades similares
a la de Donald Trump. Cabe preguntarse entonces, ¿por qué ellos no han llegado
a ocupar importantes lugares de poder? ¿Qué diferencia a Trump de mucha gente
que ha sufrido sus mismas frenias? Estamos hablando de convertirse en una
figura pública desde hace años, y en la actualidad estar acariciando el sueño
de transformarse en un emperador mundial y manejar a su antojo el mundo a
través de la influencia que ejercería en otros países.
Las frenias y las cracias, en este caso Clericracia y dogmocracia,
tienen varias etapas de desarrollo. La primera es precisamente el paso de la
tendencia individual a las estructuras de poder. Cuando un clerifrénico se transforma
en clericrático, por lo general su ámbito de actuación se reduce a su familia,
a su grupo de amigos o a las instituciones locales en las que pueda participar.
Se expresa y domina en lo que Foucault llamaría el “Micropoder”. Cuando la actuación
es pública, el sujeto interviene en política y existen en su entorno cultural
gran cantidad de personas que son afines con el planteo ideológico. Al aunarse
condiciones objetivas para su desarrollo es cuando la Clericracia se convierte
en macropoder. En los ejemplos
históricos, este proceso es espontáneo. En el caso de Trump es en gran parte
provocado o incentivado con las cuantiosas sumas de dinero que ha invertido en
la manipulación a través de redes sociales u otras formas de propaganda masiva.
A veces las anécdotas expresan una realidad que rompe el contesto
individual del ejemplo. Durante la campaña de Trump, uno de cuyos principales
soportes era el famoso muro destinado a impedir la inmigración ilegal, conocí a
un par de jóvenes universitarios: uno de ellos estadounidense y el otro de
origen latino. La relación entre ambos siempre había sido armoniosa, pero en un
encuentro casual, el latino y me manifestó que estaba furioso con su compañero.
El mismo, influenciado por la retórica de Trump, tomó las cosas de su
roommate y las amontonó en uno de
los lados de la habitación. Construyó un muro de cartón lo ubicó entre ambos
sectores y escribió en él la frase “Make America Great Again” (Hagamos otra vez
grande a América), la consigna de la campaña trumpista. Esto produjo la
reacción violenta de su compañero. Quien había levantado el muro virtual
insistía en la perversión y las tendencias malsanas de latinos y negros, que se
manifestarían inevitablemente en la relación; el otro lo tildaba de racista. No hubo alternativas de diálogo o reconciliación
y terminaron separándose.
Durante la campaña de 2016, muchas personas alegaban que si Donald Trump
era millonario, un “self made man”, serviría para sacar adelante el país,
como supuestamente lo había hecho con él mismo. Cuando se discutía acerca del
origen dudoso de su fortuna, y del tamaño de la deuda que comprometía a la
misma, alegaban que era necesaria la astucia para poder enriquecerse. Alguien
comparaba a Trump con cierto boxeador que ganaba sus peleas a través de medios no del todo limpios “Lo importante es
que triunfa y es un campeón”, afirmaba.
En Estados Unidos, las clases
medias han llegado a tener un importante pasar, pero temen la explosión que de
pronto los prive de sus valores. El estallido, naturalmente puede llegar de los
negros o los latinos. La acumulación de armas de alto calibre y la formación de
milicias apunta a defenderse de la amenaza; el miedo que sienten es comparable
al de la burguesía en la Alemania de 1930.
Fueron quienes eligieron a Hitler como líder fuerte para combatir las amenazas
comunistas.
Este terror a un estallido caótico, a perder todo lo obtenido, fue estimulado por Trump en sus discursos: referencia a amenazas
constantes y una ampliación de los enemigos o de los objetos fóbicos
amenazantes. La exposición se alternaba con la frase “Eso nunca lo
permitiremos”, presentándose él mismo como muralla contra el
caos. Muchos norteamericanos blancos, demonizan al negro
como etnia y se espantan acerca de su participación en los puestos de poder desde el final de la guerra civil.
Aún hoy existe la convicción que son ignorantes, holgazanes, lujuriosos, etc.
Trump aumentó el objeto fóbico al incluir en el mismo los latinos y en general
los extranjeros. El pueblo necesita algo que temer y que odiar. El subtítulo
del libro de Mary Trump es “Cómo
mi familia creó el hombre más peligroso del mundo”. En otros términos, la
brutal explosión familiar que acuñó la personalidad de Trump se multiplicó
indefinidamente cuando el mismo pasó a ser presidente, es decir al disponer del
poder más importante en el planeta. Las explosiones se multiplicaron hacia la
frontera, hacia los inmigrantes que procuraban entrar y eran hacinados en
campos de concentración; a los países de Europa y de América Latina donde a
través de sus asesores, en especial de Steve Bannon, promovían regímenes de
extrema derecha y se planificaban golpes de estado. Otra ley de las explosiones
es que se reproducen y multiplican cuando pasan de la esfera individual al
poder sobre un colectivo afín al líder. La intención de Trump consiste en
convertir al mundo en un enorme campo
minado. Steve Bannon, cuya postura completa la dogmocracia trumpiana, es un fanático
seguidor de los pensadores belicistas William Strauss y
Neil Howe, y procura desatar una guerra de las dimensiones de un Armagedón, la
que dará el poder definitivo a Donald Trump.
2) Hacia una lectura chamánica de la Biblia
El segundo ejemplo de la formación de
una Clericracia y una dogmocracia, trasciende el plano personal y afecta a un
pueblo. Hablo de la primera destrucción
del templo de Jerusalén en el año 586 a.e.c.
por Nabucodonosor II; unos años después en el reinado de Darío se permitió que
los judíos volvieran a su tierra. Reconstruyeron el templo, pero a
partir de allí emergió la cosmovisión que se conoce como tradición sacerdotal: Jerusalén se rodea de
una muralla, y toda la cultura adquiere
una forma dogmática. Es de esta época cuando se vincula el sexo al pecado y se
persiguen las formas chamánicas de la civilización judía.
Es necesaria
una interpretación chamánica de la Biblia. En ese camino se encuentra “El
Libro del Génesis liberado” de Irene Vallejo, quien quita al texto bíblico
todo encuadre confesional y se centra en la estética.
Hay varias historias
en la tradición bíblica que ha llegado a nosotros, con gran contenido
chamánico. Me limitaré a la mención de unas pocas.
La primera se refiere
a las dos creaciones descriptas en el Génesis. En la primera, el texto ubica al
hombre en un punto central y los demás elementos del mundo en círculos
concéntricos a su propio nivel. El ser humano es andrógino, ya que la mujer no
había sido retirada de su interior. No se registra una jerarquía vertical sobre
los demás seres así como tampoco mandatos. Esta creación tiene claras características
chamánicas. La segunda, describe al hombre en el
vértice de una pirámide y los demás seres debajo en orden jerárquico; el ser
humano deja de ser andrógino, ya que la mujer es retirada de sí y es sometido a
un mandato. Este sería el primer texto de una alianza con la versión cruel de
la divinidad. Al desobedecer la orden el hombre y la mujer son expulsados del
paraíso, entendiendo el mismo como una unión inmediata y profunda con su entorno natural. Esta versión por supuesto,
es la sacerdotal con grandes componentes clericráticos.
Las figuras de
José, el adivino por un lado, quien permitió al pueblo judío permanecer en
Egipto y de Moisés por el otro, quien habría guiado uno de los más importantes
éxodos de los hebreos , tienen características chamánicas. José en el
que se resaltan sus artes adivinatorias y Moisés que ha vivido treinta años en
el desierto, uniéndose al entorno hostil, conociendo no sólo los recursos
naturales que le permitirían a su pueblo alimentarse durante la travesía, sino las
entidades que podrían servirles al ser invocadas. Una de ellas por supuesto es
Yahvéh: su extremo poder los obliga a llevarlo en el recinto especial del arca.
Entidades preternaturales que son propias de los chamanes: necesitan recurrir a
ellas para poder avanzar en los mundos que deben recorrer y lograr de ese modo
expresar el carácter fasto del entorno que los rodea.
Volviendo al
llamado cautiverio del pueblo judío en Babilonia, en esa época se pone por
escrito el texto bíblico que hasta el momento en su gran mayoría, formaba parte
de la tradición oral. Los escribas contaron con muy poco tiempo para establecer
las diferencias entre el canon y los textos apócrifos, y de ellos surgió la Biblia hasta llegar a su versión actual. Mientras realizaban esta
tarea, cantidad de judíos morían a manos de los medo persas. Era frecuente en
ese tipo de apropiaciones matar a las embarazadas y a los fetos clavando una
pica en el vientre. Según algunas teorías es en esta época cuando se funda el
carácter matrilineal del judaísmo, ya que se establecía el carácter judío de los hijos de las mujeres que parían luego
de haber sido violadas.
Con el paso
del tiempo, los hebreos en el exilio se destacaron por su capacidad y luego de
la muerte de Nabucodonosor, los reyes sucesivos les permitieron volver a sus
territorios
Ya en el poder Artajerjes, el rey designó a Nehemías
su copero como gobernador de Jerusalén. El mismo viajó a la ciudad y lo primero
que hizo fue reparar y completar la muralla que la rodeaba. Al parecer trató de
solucionar problemas como el de los
matrimonios mixtos, en un contexto de pureza de las costumbres, propio de la
Clericracia.
Lo que surge de aquí y que se repite en cantidad de casos en la
historia, es que cuando un pueblo sufre la explosión y sobrevive, su cultura se
endurece. Se rodea de murallas y un grupo de clérigos se hace con el poder. Las
estructuras míticas se convierten en dogmas y dictan los principios del poder. Lo sexual, las artes adivinatorias y todo lo que
en la cultura había surgido como elementos propios, originarios, son
fuertemente reglamentados o prohibidos y
perseguidos. La nueva expresión de la cultura supérstite luego de la explosión
pretende ser la original cuando en realidad se trata de una expresión externa
en la que falta la esencia. Las manifestaciones chamánicas deben retirarse a la
clandestinidad y desde allí mantener como pueden las expresiones auténticas de
la cosmovisión.
En el caso del
judaísmo, a partir de la destrucción del templo y de la tradición sacerdotal, lo chamánico se refugió en la Cábala.
Dogmocracia y
Clericracia son los derivados: la primera convierte elementos míticos de la
cultura original en dogmas, es decir verdades supuestamente irrefutables que establecen
una muralla de tipo moral y requieren de otros pueblos como enemigos. Ya sean
chivos expiatorios, traidores, adversarios o aquellos que su sola presencia
pueda traer la desgracia. Los clérigos se levantan como los elegidos, como
aquellos a las que les ha sido encomendada la redención; redención que casi
siempre se ubica en un futuro, en un tiempo feérico. Entonces la civilización
que estuviera a punto de extinguirse, se erige en protagonista y ejecutora de
nuevas explosiones. Con el tiempo encarará también guerras de conquista y
tenderá a construir un imperio. El miedo luego de la experiencia de lo sufrido
es el motor principal que la mueve; el miedo a que se repita un ataque brutal
contra sus fundamentos del cual no podrían emerger.
En
la cultura judía, la tradición sacerdotal es reconocible por las
listas repetitivas, por las largas y laboriosas interrupciones de la narrativa,
las descripciones frías y sin emoción y, en general, por una calidad literaria
más bien pobre. La tradición sacerdotal se refiere a Dios en los
términos de Elohim o El Shaddai, y es tratado como un ser
trascendental y distante, que se comunica a través de los sacerdotes, en
contraposición a los documentos de la tradición yahvista.
En
la tradición sacerdotal Dios es justo, pero también es despiadado y
brutal y aplica severos castigos cuando se violan las leyes, como la masacre de
las 12 000 personas en una plaga, por la única razón de haber expresado sus
quejas. También es considerada su estilo, por la mayoría de los investigadores,
muy poco elegante y la mayoría piensa que, como consecuencia, se puede
reconocer un texto de la tradición sacerdotal a primera vista.
La
Biblia tal como llega hasta nosotros, es un instrumento sacerdotal, armado para
ejercer un poder despótico como ya lo ha demostrado a lo largo de la historia.
No sólo su contenido es el que inspira el ejercicio tiránico; en el relato
mítico de la aprehensión de Atahualpa, según la versión de Rodolfo Kusch,
Pizarro y el sacerdote Valverde entrevistan al emperador incaico. El ministro
le alcanza una Biblia; el indio la toma, la observa, la frota contra su piel,
la prueba con la lengua y finalmente la coloca en sus oídos. De inmediato la
devuelve al cura, pronunciando una frase en quechua cuya traducción sería “esto
no me dice nada”. Interpretando el gesto como una ofensa al libro santo,
Pizarro da la orden y los soldados apostados aprehenden a Atahualpa. El mismo
pretende pagar su cautiverio con dos cuartos repletos de oro, pero los
conquistadores se niegan y terminan asesinándolo
para obtener la totalidad de la riqueza del llamado Alto Perú.
3) Los imperios “chamánicos”
Hay
algunos casos en la historia en los que un evento chamánico, es decir la
aparición de un profeta, un avatar o un sujeto con cualidades extraordinarias,
desarrolla una cosmovisión propia, la que es tomada por parte de un pueblo para
fundar un nuevo enfoque del universo. Estos movimientos no aspiran a ejercer un
poder concreto. No pretenden disponer de la maquinaria del estado o
protagonizar hechos bélicos. Se trata de generar una toma de conciencia:
durante la permanencia del avatar, del dios (o héroe civilizador según la arqueología), hay una cesión de poder a su
figura y al retirarse el mismo, este poder regresa al pueblo.
En
el momento del llamado Cautiverio de Babilonia, Persia, es decir el imperio que
destruyó el templo y procedió a la aprehensión de los judíos, practicaba el
mazdeísmo, la religión fundada por Zarathustra o Zoroastro, de quien
se conocen muy pocos elementos concretos. El mazdeísmo, tal como ha llegado
hasta nosotros y como actualmente se practica en algunas regiones de oriente, configura
una cosmovisión chamánica: el culto al fuego y a la luz, la presencia en sus
rituales de todos los elementos de la naturaleza y el respeto a cualquier forma de
vida. Influyó en los judíos sometidos, ya que la presencia de seres angélicos,
la inmortalidad del alma o el juicio final, están modelados de acuerdo con influencias
de esta cosmovisión. Es de suponer que en su origen lo elaborado por Zoroastro
no pretendía ser la base de un sistema imperial. El proceso se produjo por la influencia
sobre todos los sectores del pueblo y la necesidad de una casta clericrática de
establecer una dogmocracia que responda a los requerimientos de las masas. Esto
hace que se tomen las ideas originales del fundador y se las convierta en
religión de estado, lo que por supuesto desvirtúa el sentido original.
Otro
proceso similar se produce entre los mayas de Palenque con la dinastía del Rey
Pakal, quien vivió aproximadamente en la misma época en la que se produjo el
cautiverio de Babilonia. Pakal, en los testimonios que se han recogido, dominaba
un imperio cuya cosmovisión también tenía elementos chamánicos. Como en el caso
de Persia y el mazdeísmo, el chamanismo siempre está divorciado de los
imperios. La muerte de Pakal implica un viaje del rey a través de un psicoducto
encargado de trasportar lo que podríamos definir como su alma. Algunos
arqueólogos se refieren a él como un Rey Chamán, lo que sería
contradictorio. La cantidad de sirvientes y de esposas sacrificados en ocasión
de su muerte, no tienen que ver con una postura chamánica tradicional. Es de
suponer que, como en el resto de los casos, se tomara la cosmovisión popular y
se la extrapolara en la figura del rey con fines de poder
Del
mismo modo, le llegada de Jesús, así como la formación y la consolidación de la
iglesia siguieron similares procesos. Surgido en la región más periférica del
imperio, Jesús pretendió generar un movimiento chamánico al margen de toda forma
imperial . Sin embargo, luego de su
muerte y en medio del martirio de sus seguidores, los cristianos de Roma, ansiosos
de poder, lucharon para que fuera reconocido como un dios del panteón. A tal
fin establecieron una Clericracia y una dogmocracia que se ampliaron y
complejizaron con el paso de los años, hasta reemplazar el mensaje original, proteico
y altamente maleable, con una estructura rígida, basada en conceptos fijos y anatemas para quienes no
participen de ellos. Superando las primeras expectativas, en el
año 325 Constantino declara al cristianismo religión del imperio. De este modo,
un potente mensaje chamánico, destinado a servir de camino individual para las
diferentes búsquedas espirituales, se transforma en una religión de estado, con
rigurosas jerarquías y una casta que detenta todo el poder.
La Reforma de Lutero,
hubiera sido una oportunidad para la revivificación y puesta en marcha de un
chamanismo cristiano adecuado a sus orígenes. Sin embargo, mantuvo intacta la
dogmocracia y la Clericracia, hasta el punto de que en la actualidad las formas
protestantes de cristianismo son inspiradoras de regímenes más rígidos y feroces
que los motivados por la propia iglesia católica.
En relación a
los cristianos de las primeras épocas, destaco a los que se han dado en llamar Gnósticos, y
que la apologética primero y luego la historia eclesiástica han considerado una
suerte de secta. En realidad formaban
grupos dispersos con un enorme andamiaje mítico, que tenían su origen en
las enseñanzas de Jesús. Se agrupaban en escuelas con contenido variado, tratando
de expresar la diversidad del mensaje. Este detalle hizo que fueran combatidas,
ya que esta manifestación era inaceptable para los romanos, que exigían una
doctrina precisa vinculada a una antigüedad innegable. Un elemento común de las
escuelas gnósticas era que cuando uno de los miembros alcanzaba un punto importante en el desarrollo interior,
se lo consideraba capaz de escribir su propio Evangelio, tomando como base una de las figuras de la pasión de Jesús. Los Evangelios canónicos, que se establecen
coincidiendo con el papel hegemónico de la nueva religión, fueron versiones que
correspondían a un esquema sacerdotal. En especial porque provenían de gente
letrada: un helenista, un recaudador de impuestos, etc. En ellos se procuraba
entroncar el mensaje de Jesús con el de la antigüedad judía, lo que le brindaba
una densidad histórica anclada en el pasado que era requerida y muy bien vista
por los romanos. Descubrimientos arqueológicos actuales como los papiros de Nag
Hamadi establecen que la realidad era muy diferente. El mensaje original de
Jesús nunca apuntó a esquemas de poder, a murallas, sino que precisamente las
combatía.
Volviendo a la
muerte del fundador de la religión, si ubicamos el impacto de la explosión en
la misma, en los tres siglos siguientes se destaca la persecución y el martirio
de cantidad de seguidores. La muerte de los miembros que participan de la
cosmovisión es el requisito para llevar adelante la Clericracia y constituir
una dogmocracia. Siglos después bajo una iglesia poderosa, surgió la ciencia. En un principio la misma tenía un sentido mítico y
chamánico, que se conserva en pensadores como Swedenborg y que llega hasta
Nicola Tessla. Es este contexto mítico de la ciencia el que describe Lady W.
Shelley en su cuento “Frankenstein”. Sin embargo, la persecución de los
científicos, muchos de los cuales fueron obligados a retractarse o condenados a
la hoguera por la inquisición, generaron el cientificismo: la versión
clericrática y dogmocrática de la ciencia. Este es un tema crítico sobre el que
volveré con una explicación más detallada, ya que la información incompleta
puede despertar debates estériles. En el mismo orden está la existencia o la no
existencia de Dios.
Como
conclusiones: tanto a nivel individual como colectivo, es necesario un período
en que el sujeto o el pueblo en cuestión se sientan en el borde de la
extinción. La presencia de mártires producidos
por la civilización detonante, genera esa sensación de catástrofe. En
caso que la cultura original retome su poder, es cuando se pasa de la frenia a
la cracia, es decir que todo lo que era mítico y fluido en la cosmovisión, se
convierte en rígido. Los sacerdotes o clérigos elaboran una cultura vertical y
destruyen el mito hasta convertirlo en dogma. Hay intolerancia, discriminación,
actitud defensiva ante el extranjero o lo desconocido y con el tiempo se forma
un nuevo imperio que será protagonista de nuevas explosiones.
Gocho Versolari
04 Donald Trump y otras yerbas - Ejemplos de Clericracia y Dogmocracia.
19/12/2021 2112190069908
Gocho Versolari- SafeCreative - Todos los derechos reservados
Comentarios
Publicar un comentario