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VIDA PÚBLICA Y PRIVADA DE LAS EXPLOSIONES - 3 - Algunas heridas de la explosión – Frenias y cracias.

 



 

 

Al inicio de estos textos he realizado una aproximación a la trágica  historia de mi abuelo paterno, su suicidio y la forma en que este hecho incidió en las siguientes generaciones. La historia de mi madre tiene ciertas similitudes:  mi abuelo materno fue un inmigrante griego que se instaló con su esposa gallega en la zona de Ushuaia. Allí  hizo fortuna con un comercio ubicado  en lo que llegaría a ser la zona central de la ciudad. Sumamente avaro y codicioso, imponía a su familia un régimen de terror;   todos los miembros estaban obligados a colaborar en el negocio, pero  la desconfianza y las acusaciones de robo eran constantes. Así, mi abuelo acusó a uno de mis tíos de haber tomado  dinero de la caja sin su autorización, y en pleno invierno fueguino, lo expulsó al monte, ordenándo que no podía acercarse a la vivienda. El muchacho, que no llegaba a los veinte años, se aproximaba en la noche para recibir algunos alimentos  que mi abuela le pasaba clandestinamente. Ningún vecino de la ciudad se animaba a darle trabajo o protegerlo, ya que todos temían a la reacción de mi abuelo. Debido a la inclemencia del tiempo y la mala alimentación, mi tío terminó enfermando de tuberculosis, que en esa época era incurable y falleció en poco tiempo.

 

Estas crueldades se ocultaban a la sociedad. Con el cura, el jefe de policía y el jefe de gobierno, mi abuelo formaba parte de los personajes ilustres de Ushuaia y todos los domingos, él y su familia asistían a misa dando una impresión de piedad y cohesión que en la práctica no existía. Su muerte   estuvo de acuerdo con su vida. A punto de cumplir los ochenta años, fue hospitalizado por un problema menor. Accedió a su internación en el hospital con la condición de llevar la caja fuerte en la que guardaba su dinero y tenerla junto a sí. En cierto momento en el hospital sonó la alarma de incendios. Las llamas, iniciadas en el segundo piso, se extendieron en minutos. Enfermeros y médicos escoltaron a los pacientes fuera del  edificio y obligaron a mi abuelo a salir sin su caja fuerte. En un descuido del personal, logró escabullirse al interior del edificio que no dejaba de arder, y antes que pudiera hacerse con su tesoro, una parte del techo en llamas se derrumbó sobre él produciéndole la muerte.



 


Por su lado, mi padre, luego de la trágica muerte de mi abuelo, dejó Balcarce, el pueblo donde residían y luego de realizar cantidad de trabajos se enroló en la Marina Mercante de Argentina. Uno de sus destinos fue Ushuaia y allí conoció a mi madre. Para que mi abuelo aceptara el matrimonio, fue necesario presionarlo a través de la influencia de los notables del lugar, quien tenían de mi padre un excelente concepto.

Luego del matrimonio, se radicaron en Mar del Plata, donde nací yo unos veinte años después. Como se observará ambos eran productos de dos explosiones intensas; quizá un par de esquirlas u ondas expansivas del impacto que seguía manifestándose a pesar de los años transcurridos. El matrimonio fue un fracaso y en mi infancia fui testigo de intensas y continuas discusiones que solían desembocar en  violencia. Las invocaciones a la muerte eran permanentes. Siempre se excluyó la idea de la separación por razones religiosas (en esa época no existía el divorcio). Cada vez que mi madre anunciaba su partida, mi padre amenazaba con el suicidio y realizaba claros intentos, como hacer equilibrio sobre una cornisa delgada, arrancar con velocidad su motocicleta y en cierto momento abrir los brazos, o enrollar en su cuerpo un cable desnudo con la intención de insertar el otro extremo en un enchufe.

Una ley no escrita de las explosiones afirma que entre ellas se atraen y cuando dos personas con estallidos intensos en sus biografías se unen, el impacto se fortalece y se amplía

Esto que ahora puedo narrar se manifestó durante muchos años en forma de sensaciones oprimentes; de pesadillas, temores al apocalipsis y todo tipo de miedos nocturnos. Al regresar del cine o de la escuela, descubría con espanto que mis padres habían discutido con violencia. Silencios pesados, hostiles; un trozo roto de la lámpara o un vaso quebrado.

Todos estábamos inmersos en la explosión. Todos seguíamos nuestras trayectorias disparadas en una eterna y terrible expansión. En tanto se buscaban recursos para simular que esto no era así: la misa de los domingos, la adhesión a un partido político que podría cambiarlo todo, o la obsesión de mi padre con el fútbol. Aferrarse a aquello que aparenta estar inmóvil. Negar con insistencia el estallido, la onda expansiva que no dejaba de avanzar a través de las   generaciones.

De todos modos, en medio de las discusiones, como emergiendo de la negrura que a veces me envolvía, surgían las alusiones cerradas, oscuras. Los reproches que se detenían “porque el niño escucha”. A diferencia de mi padre y su pertinaz silencio sobre las tragedias familiares, mi madre me contó todo en un momento de mi juventud. Fue cuando yo  estaba por  dejar la casa y adoptar posturas y valores que mis padres repudiaban. En aquel diálogo, ella contó toda su historia como la percibía,  revelando con claridad el punto de impacto de su explosión particular, reconociendo que era algo que la torturaba. De hecho, la  llevó a la muerte un par de años después.

 


Una explosión es algo aparentemente simple. Ya sea espontánea, accidental o provocada, hay siempre antecedentes:  las condiciones previas que la hacen necesaria como la  combinación de explosivos, el detonante, etc. Luego llega el punto de impacto es decir el momento preciso de la estampida  y finalmente las consecuencias. Este esquema se puede aplicar tanto a los estallidos físicos como a las invasiones de unos pueblos sobre otros, así como a las circunstancias individuales de carácter explosivo.

En un primer momento, cuando pensé en establecer la estructura de la explosión, me basé en esta clasificación. En la primera versión de este artículo había tomado un ejemplo sobre el que existe mucha documentación y en el que están bien definidas las etapas: la llamada expedición o conquista del desierto en Argentina, en el siglo XIX. La misma fue organizada por el gobierno en colaboración con los ingleses y representó uno de los genocidios y etnocidios más importantes de nuestra era.

Investigando más profundamente, advertí que el aspecto más importante de la explosión era el impacto. Yendo al ámbito socio cultural y político no existe explosiones aisladas, sino que todas están unidas fuertemente entre sí, de modo que, si corremos el punto de impacto hacia un evento anterior o posterior, cambia la perspectiva, los alcances y el significado de la explosión.

Por ejemplo, en el hecho autobiográfico expuesto al principio en el que describo lo ocurrido con mi abuelo materno, podría definir como impacto de la explosión lo ocurrido  dos generaciones antes, coincidiendo con la intervención turca en Grecia que hizo que la familia perdiera todo y que finalmente la generación de mi abuelo se viera obligada a emigrar a Suramérica. Este enfoque, repito, cambiaría la amplitud autobiográfica y permitiría una mejor perspectiva para el trabajo interior.

Si bien sobre estos aspectos volveré en otros artículos, en el presente   decidí analizar la estructura de las explosiones por una de sus consecuencias. La misma explica a nivel socio cultural el carácter fuertemente dinámico de todo estallido, y el porqué de su encadenamiento.

 

 

Referencia al chamanismo.

Parto de la base que la cosmovisión original del hombre tiene características chamánicas. Cuando digo chamanismo, debo realizar algunas aclaraciones: la palabra Shamán   se origina en la zona comprendida entre Turquía y Siberia. De este modo el vocablo significa en turco-tungus, “el que sabe”, el médico, el que posee el entrenamiento para los viajes en el mundo visible y sus prolongaciones. No entraré en este lugar en la cantidad de críticas al uso de esta palabra. Muchas de ellas son bien fundamentadas, en especial las de la antropóloga norteamericana Alice Kehoe y  el estudioso mapuche Aukanaw. En otros artículos volveré sobre el particular, pero ahora señalo que al menos en forma temporal utilizo el término ya que su amplia difusión hace que en forma intuitiva se sepa a lo que se está nombrando.

En relación con Chamán, hay otra aclaración muy importante que seguiré repitiendo y desarrollando en otros sitios. En este contexto, el  término no menciona en forma directa y exclusiva a un sujeto casi desnudo, tatuado con pintura ceremonial, efectuando una danza en el medio de la selva. Esta imagen, muy respetable dentro de su marco cultural, está lejos de agotar el concepto de chamán y chamanismo como lo expongo en estas páginas. El término alude a una tendencia propia del ser humano en cualquier circunstancia vital o cultural que le toque vivir. Los esquemas de vida que la sociedad nos impone desde niño son producto de formas autoritarias y desviadas  (lo que Foucault llamaría “ideales regulatorios”) no sólo referidos al sexo sino a esquemas más amplios de la existencia. Concepto de familia, de pautas educativas que no se cuestionan y sirven para mantener determinadas estructuras de poder.  Todos ellos merecen un estudio crítico en algún momento de nuestra vida, y es necesario que dispongamos de la capacidad de aceptarlos conscientemente o de rechazarlos en pos de otros que vayan de acuerdo con nuestra naturaleza. El chamanismo se encuentra en nosotros como la parte más auténtica de expresión. En nuestra cultura, los artistas y los poetas son quienes, con conciencia de ello o no,   se dirigen por el camino del chamán. Lo opuesto es lo que aquí llamo Clerifrenia y dogmofrenia; esquemas falsos derivados del sufrimiento que opacan nuestras tendencias naturales. Además, toda contraexplosión apunta a posturas chamánicas: reconexión con la naturaleza, desarrollo de la intuición y despliegue de nuestro arte interior.




 

Frenias y cracias.

Vuelvo a las explosiones tomadas como invasiones de tipo militar y cultural sobre otros pueblos, en lo  que se busca desde la extinción lisa y llana hasta la apropiación de sus miembros como esclavos. La civilización detonante, es decir la que irrumpe súbitamente en la vida de una comunidad y se apodera de la misma, considera que la cultura y la cosmovisión en nombre de la que actúan son superiores, lo que le da derecho a la expoliación. Esta es la base de todo imperialismo, basado en distintos mitos de poder tendientes por un lado a reforzar el carácter de superioridad de la civilización detonante y por el otro a demostrar la inferioridad de quienes sufren el impacto de  la explosión.

Luego del impacto, las consecuencias son previsibles. Se trata de la destrucción de los medios de vida, de subsistencia del pueblo; la aniquilación de sus cosmovisiones y las posibilidades de expresarlas; los desplazamientos de sus ámbitos originarios. Se imponen las creencias de la civilización detonante, que en las sociedades occidentales se manifiesta como distintas formas de cristianismo.

Hay un par de consecuencias en el proceso recién descripto que son las significativas para definir los orígenes, la continuidad y la complejidad de las explosiones encadenadas en una civilización como la nuestra.  El primero de ellos está dirigido a una transformación en la persona o el colectivo que ha sufrido la explosión, que ha sobrevivido a la misma y que luego tiene la oportunidad de rehacerse. A la rigidez que reemplaza los contenidos fluidos de una cultura chamánica, la llamaré Clerifrenia y dogmofrenia. Desde el punto de vista etimológico, Frenós se refiere a  la mente y la sangre (Esquizofrenia; frenesí; sofrología…) En la antigua Grecia el vocablo se utilizaba en este sentido.    W. Jaeger en Paideia explica que en la cultura griega lo original para establecer una tendencia personal era frenós. Estaba vinculado a las corrientes de la sangre que mantenían ciertas posturas emocionales y mentales. Con el paso de los siglos, Frenós fue reemplazado por Psiqué que hacía referencia al aliento y del cual derivó posteriormente el concepto inmaterial de alma, encerrada en “el último aliento” que el sujeto expele y que lo dirigiría a su destino de ultratumba.

La Clerifrenia y la dogmofrenia explican el proceso que ocurre cuando se ha producido el estallido y la comunidad o el individuo, que han logrado evitar la extinción, adoptan una postura rígida y dualista entre otras características.

En el esbozo autobiográfico que inicia este artículo, el nacimiento de mi abuelo estaba enmarcado en una situación insostenible que había afectado a la familia. Al parecer muchos de sus miembros murieron o desaparecieron como resultado de los ataques   turcos dos generaciones antes. Este hecho bélico constituyó claramente una explosión que habría atentado contra la integridad del grupo, amenazando su existencia. La alarma, el miedo, se tradujeron en la personalidad de mi abuelo como un exceso de rigidez. Al emigrar, nacer sus hijos y mejorar su condición, esta frenia, esta tendencia individual se trasladó al esquema de liderazgo patriarcal en el que mantenía su familia. En otras palabras, la Clerifrenia se convirtió en Clericracia y la dogmofrenia en dogmocracia.  El mito de poder que sostenía y explicaba el despotismo, se refería a la importancia y necesidad del personaje como Pater Familias y a la convicción que los miembros más cercanos conspiraban contra él.




 

Clericracia y dogmocracia.

Una clase o casta dominante dentro de la cultura que ha sufrido el impacto de la explosión, se arroga la potestad de disponer de la totalidad de la cosmovisión. Se divide el universo en dos; por un lado,  un sector amenazante, ominoso, diabólico, presente y activo, que puede repetir en cualquier momento la catástrofe sufrida. Por el otro, la estructura mítica que sostenía la cosmovisión, es decir los relatos fluidos  que explicaban la formación del universo y el origen  del pueblo, evolucionan y se transforman en estructuras rígidas, en dogmas. Se combate toda expresión chamánica; el sexo y el cuerpo pasan a formar parte de lo demoníaco, de lo amenazante. La casta sacerdotal hace referencia a un ámbito trascendente del cual son sus únicos representantes. Se levanta o refuerza una muralla para que rodee el perímetro donde se asienta la cultura, y se inicia la formación de un ejército que con el tiempo emprenderá guerras de conquista, es decir explosiones similares a las que se sufriera. Para evitar un ataque y otra amenaza de extinción, no hay mejor forma que convertirse ella misma en civilización detonante. La cosmovisión original, centrada en la vida de la comunidad, pasa a convertirse en un dogma que explica, guía y sostiene campañas bélicas.

Como se verá, este proceso que lleva a las víctimas a convertirse en victimarios, genera un círculo vicioso que repite indefinidamente las explosiones. La destrucción del templo judío en el siglo VI a.n.e. y el origen y desarrollo del cristianismo, son otros tantos ejemplos que  desarrollaré en la continuación de este artículo

A nivel individual, en cualquier época y cultura que ocurra, el sujeto que se encuentra sometido a una explosión en su infancia (abandono, abuso, hambre, malos tratos en todas sus formas) y que ha sentido su  personalidad y su vida a punto de extinguirse. Cuando logre  recuperarse, su tendencia será establecer   categorías rígidas similares a las que lleva adelante una cultura como describo en el párrafo anterior. Con el paso del tiempo reeditará contra quienes se encuentran cerca de él conductas similares a  las que sufriera. Para vivir procurará elegir los sitios amurallados, fuertemente protegidos y su estructura mental tenderá hacia la rigidez. Adherirá a religiones dogmáticas y posturas conservadoras en lo político.  Sacrificará toda creatividad en pos de la seguridad.

 


Diferencias con la Teocracia

La  teocracia es una forma de ejercicio de Clericracia y dogmocracia, sólo que el término no es exacto ni abarca todas las formas de gobierno con las mismas características. Teocracia se refiere al gobierno ejercido por Dios, es decir un dios monoteísta, a través de sus ministros. ¿Por qué prefiero el neologismo Clericracia? Porque el proceso que describe, la evolución de la rigidez de conceptos y el endurecimiento de una tradición mítico-chamánica, van más allá de la figura de un dios. Por ejemplo, el estalinismo es una forma de Clericracia a pesar de que la cosmovisión marxista que lo sostiene implica el ateísmo. Lo mismo se puede afirmar de ciertas formas de budismo: esta religión no plantea la necesidad de un dios personal, a pesar de lo cual hay manifestaciones clericráticas en su desarrollo. La ventaja del neologismo es que acentúa el estamento, más allá que actúe o no en nombre de una supuesta divinidad.

La etimología de Clero parte del griego Kleros que significa cualquier objeto pequeño: bolita, fragmento de cerámica, trozo de papel que sirva para realizar un sorteo. En la Antigua Grecia, los cargos con beneficio, es decir con derecho a la tierra se establecían por sorteo y con el tiempo se denominaron de este modo. Al pasar al latín eclesiástico, Clero también hacía referencia a una iglesia, sacerdote o monacato que disponía de dicho beneficio. La iglesia, aún en épocas de hambruna dispuso siempre de comida, y ese era uno de los resortes de su poder sobre las gentes. De allí que el término Clericracia, es decir el poder de aquellos que se ven privilegiados con dichos beneficios, tenga una acepción amplísima. Hace referencia a los que disponen de la ventaja  en muchas formas. Un ejemplo podría ser el poder que adquiriera Donald Trump con su fortuna y por las donaciones exigidas a sus seguidores,  que en este momento a través de asesores como Steve Bannon apunta a la instauración de una Clericracia mundial apoyando a diferentes movimientos ultraconservadores como Vox en España, PAN en México y figuras como Javier Milei en Argentina, Jair Bolsonaro en Brasil, José Antonio Kast en Chile. Este alcance global de la Clericracia establecería el sueño de imperio universal que predomina desde la antigüedad en quienes aspiran a un máximo de poder.

Otro ejemplo bastante práctico de la aplicación de la etimología de Clero, se encuentra en Argentina. Cuando se realizó la llamada Conquista del Desierto, en que se cometió el genocidio contra los mapuches y otras comunidades aborígenes que habitaban el sur del país, se distribuyó la tierra que había quedado desierta en forma de vales (Clero, según su sentido etimológico) brindados a los soldados que habían participado en la masacre como  pago por sus servicios. Entre ellos, algunos que vislumbraron las ventajas  del beneficio establecido, compraron esos bonos en noches de pulpería y borrachera y de ese modo se formaron los grandes latifundios agrícola ganaderos que persisten hasta hoy. Los nuevos dueños crearon a la vez una dogmocracia basada por un lado en la postura de la iglesia católica y por el otro en una suerte de culto al campo y a sus productos. El Dr. Gustavo Cirigliano, afirma en uno de sus textos que de allí viene la educación donde se glorifica el campo. En la educación primaria, los niños debían escribir un texto llamado Composición, en el que explicaran los alcances de un tema. Durante muchas generaciones, el lugar común para establecer el tema de dicha composición fue la vaca, a la que se exhaltaba como producto del campo debido a que brindaba desde el cuero hasta el alimento. Simultáneamente, esta Clericracia enarbola un catolicismo ultraconservador y fuertes posturas antipopulares. Es la que ha promovido, alentado y se ha beneficiado de los continuos golpes militares del siglo XX y desde el terreno de las influencias o el claro poder aspira a mantener un modelo de pobreza.

 

 


 

Otra aproximación a la Clericracia.

Transcribiré un fragmento de mi artículo  El Psiquismo y la sexualidad en la Medicina Tradicional China  Previo a su lectura es necesario aclarar ciertos puntos: El  psiquismo según la MTC (Medicina Tradicional China)   difiere del concepto occidental y se basa en las corrientes de la sangre vinculadas a los órganos y entrañas que producen determinadas emociones o funciones de la mente. Recuerdo que la psiquis para los chinos está vinculada estrechamente al cuerpo.

Dividen este psiquismo   en cinco, teniendo en cuenta que hay cinco pares de órganos y entrañas. En lo que hace a la explicación de la Clericracia, se tomará el Hun que es el psiquismo correspondiente al hígado y el Shen, el que pertenece al corazón. El primero es lunar, privilegia la intuición, lo instintivo, las artes adivinatorias y la inspiración artística en general. El segundo   se refiere a lo racional, lo analítico, al pensamiento claro y distinto. Nótese que para los chinos estas características no radican en el cerebro sino en el corazón.

 

Explicación de la Clericracia desde la MTC

Aplicaciones del Shen y el Hun..

1) En una sociedad hierológica… la función del sacerdote que en muchos casos se identifica además con el jefe político, debiera ser la expresión del Shen. En tanto, aquel que mantiene la salud y abre puertas a la iniciación, se identifica con la figura del chamán, el brujo, el médico; el que tiene abiertas las puertas del inframundo para descender a él cuando sea necesario. Es el que conoce y traspone todos los límites del mundo; representa  al Hun y su movimiento ascendente.

El  sacerdote o jefe político, es el encargado de explicar, de traducir en acciones concretas para el resto de la comunidad aquello que aporta el chamán. Del mismo modo, del Hun surge la capacidad de la transformación permanente de lo trasmitido por generaciones. Esta exigencia se explica por la razón de que la naturaleza del mundo es el cambio. Esto no es consecuencia del pecado ni de una situación anormal. El movimiento incesante, el “samsara” budista, es la contracara de la inmutabilidad. El Hun, colectivo, en su movimiento incesante, es el que está capacitado para encontrar a través del chamán las formas cambiantes de lo inmutable, que no tiene que ver con el poder de determinado estamento, sino con la sabiduría profunda del pueblo. Cuando esta estructura obra en el sentido del poder, puede aplicarse la frase elaborada por Giuseppe de Lampedusa en su novela “Il Gatopardo”: “Hacer que las cosas cambien para que sigan como están”. 

En los casos en que una sociedad sufra la rebelión de los clérigos a partir de una hipertrofia del Shen (Clericracia-Dogmocracia),  los resultados pueden ser los siguientes:

-        Descalificación y anulación de las actividades chamánicas. Es cuando se prohíben las artes adivinatorias en todas sus formas; cuando se persigue a quienes representan el Hun en la sociedad.

-        Se privilegia con exclusividad una deidad solar: Amaterasu en el Shinto, el Inti Rayni entre los incas y el Dios cristiano.

-        Se divide el cosmos en forma tajante entre una entidad demoníaca opuesta a una entidad divina. Se cambia el inframundo por el infierno y todo el que tenga contacto con el mismo, será considerado anatema.

-        Se levantan murallas internas y externas. Fuera de las mismas se expulsa a los abyectos

-        La meditación y la actividad religiosa interior son reguladas exclusivamente por los sacerdotes quienes la vuelcan en la piedra y consideran que eso es lo que se debe adorar. Como enormes testimonios recordemos los   monumentos de la cultura del Cuzco y las catedrales de la Edad Media.

2) La persecución al chamanismo se manifestó en   Occidente, como la aniquilación de las brujas. De 1450 a 1750, la iglesia romana llega a su punto máximo en la hipertrofia del Shen. El dogma como muralla interior se afianza y se prohíbe todo intento de renovar o adaptar la tradición, que debía permanecer fija en su forma externa. Este exceso de Shen en las estructuras de una sociedad va acompañado de un despotismo ejercido por la casta sacerdotal y política. El resultado es que, en esos siglos, se elimina toda la dimensión chamánica de Europa. Las antiguas tradiciones celtas arden en las hogueras que se encienden sin límites en el continente. Es a partir de este esquema rígido y excluyente  que advienen los males en la sociedad contemporánea, al impedir que haya un movimiento fluido por parte del Hun. Los sobrevivientes de la guerra contra el chamanismo occidental son perseguidos, estigmatizados y desacreditados hasta el día de hoy.

 

 




 

Dogmocracia

Ambas formas de ejercer el poder, Clericracia y dogmocracia, se encuentran vinculadas. La última establece una cosmovisión que explica y justifica la acción de la civilización detonante en la explosión. Es lo que llamo mitos de poder, sobre los que volveré en varios artículos. El mito originario es una forma necesaria y básica de abordar la realidad por parte del ser humano. Se trata de un relato explicativo, que en la antigüedad o en sociedades hierológicas según Aukanaw, tiene una vigencia primordial como fuente de conocimiento. Casi siempre una explicación racional requiere de una interpretación mítica y viceversa. Ambas dimensiones debieran operar conjuntamente para lograr un vínculo profundo entre la realidad y el hombre.

Cuando se trata de ejercer el poder sobre otros, el mito pierde este sentido fundacional de la realidad y se transforma en un concepto rígido al que hay que seguir invariablemente, es decir en un dogma del que no es necesaria una prueba, sino que requiere de una fe ciega.

El ejemplo más claro de mito de poder es la opinión sobre los negros que se iniciara con las expediciones a África en busca de esclavos y que se siguen esgrimiendo en el Estados Unidos actual para mantener los principios de la discriminación. Desde el llamado darwinismo social, que los consideraba el eslabón perdido entre los monos y los humanos,  hasta afirmar que las mujeres africanas quedaban preñadas de los simios. El problema no se solucionó con la abolición de la esclavitud, sino que la percepción de que el negro era inferior (holgazán, proclive al robo, con una sexualidad desatada) se mantuvo luego de la Guerra Civil. Las plantaciones del sur, las que se beneficiaban de la esclavitud, se sintieron a punto de perecer en la guerra , no sólo su economía, sino su cosmovisión, por lo que no sólo mantuvieron el mito de poder, sino que  lo diseminaron en capas más amplias de la población, hasta el punto de que hoy la sociedad mantiene  a los negros al margen de un alto nivel educativo y los condena a realizar trabajos considerados inferiores. El intento de Donald Trump a partir de 2016, año que llegó al poder, fue ampliar el mito, incluyendo como objeto de la discriminación a los latinos. El correspondiente dogma con respecto a los mismos se basa en idénticos ejes: una falla constitucional en sus personalidades y una sexualidad desatada que los lleva a violar sin freno a quien se ponga delante. Falta de imaginación, repetición de estereotipos en la construcción de los mitos de poder es una característica de la dogmocracia  occidental.

 

Dada la extensión del presente tema, dejaré para un artículo adicional algunos de los abundantes ejemplos históricos e individuales que explican cabalmente el proceso descripto: aquel pueblo o individuo que ha estado a punto de extinguirse, desarrollará en algún momento de su historia un dominio despótico basado en mitos de poder, al que llamo Clericracia y dogmocracia.






 

GOCHO VERSOLARI


VIDA PÚBLICA Y PRIVADA DE LAS EXPLOSIONES - 03 - Algunas heridad de las explosiones - Frenias y cracias

26/11/2021 2111269909978

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